miércoles, 10 de marzo de 2010

Hostos Bróder, que bueno que no conociste a Santini.


Bajo un estado libre asociado, el sentido de identidad de los ciudadanos suele ser ambiguo. Aunque nos declaremospuertorriqueños,carecemos de la autoridad para dilucidar los asuntos políticos, económicos y sociales del país. El colonizador americano se impone en nuestras decisiones, saliéndose con la suya la mayoría de las veces. Su agenda se sobrepone a la nuestra. Si nos denominamos americanos, el poder de nuestra opinión es aún menor. Tantos años de colonialismo han dejado a este pueblo con múltiples personalidades.Que conste, no todos los problemas del país se solucionarían con un cambio de estatus. Pero el estatus es ciertamente culpable de muchos de ellos. Tanto juego de poder ha arraigado en la psiquis del pueblo una doble moral. Un discurso moralista con acciones fascistas.


El tribunal supremo, que se supone que ejerza la ley imparcial y apolíticamente, voto a favor de la Ley 7. Estamos en plena crisis fiscal pero tenemos a 78 legisladores con dietas. Y sí,  Plaza las Américas está abarrotado. El consumismo nos arrastra a pesar de nuestra situación económica. Nos quejamos de las súbitas pestes que emanan desde el expreso pero nadie recicla, ni rehúsa. Mejor que conviertan esa montaña enorme de basura en un campo de golf, aunque en este país la mayoría no pertenezcan a la elite que juega el deporte. Veneramos a nuestra madre pero asesinamos a cualquier hijo de vecino que se nos atraviese en el camino. Queremos paz en nuestras calles pero el gobierno activa al ejército para imponerla. Estamos sobre poblados de niños alimentados por cupones pero las pastillas anticonceptivas no las cubre ni la reforma, ni ningún plan médico,  y a la Viagra sí. Ni hablar de los que van a la iglesia y luego se roban  el cable del vecino. Ni hablar del chamaco con el escapulario que le es infiel a la mujer. Los líderes hablan de un pueblo educado y quitan los programas de después de la escuela que implantó el  gobierno anterior. Prometen un pueblo saludable y privatizan los servicios de salud. Te exhortan a que  no te robes la luz, ni el agua, pero cada día suben más sus precios. Al final nos preguntamos si es posible sobrevivir en este país si n una doble moral. 


Quizá Santini nos pueda dar una lección sobre la moral puertorriqeña mientras le quita las tierras a la comunidad del Caño y capea en la esquina. Sí, nuestro Honorable alcalde que censura a cantantes locales por decir malas palabras. Santini es nuestro niño símbolo de la moral puertorriqueña. “Hostos Broder, ésto esta difícil” decía Magali García Ramis. En este país, el sistema dificulta serle leal a las convicciones. Uno quiere ser honesto pero si te roban el tapa bocinas, terminas yendo a un “junker” a comprar otro. Terminas votando por el menos malo. Terminas comprando en Wallgreens. Terminas tirando los plásticos, las latas y los papeles al zafacón. 

Queremos y creemos ser un pueblo honesto, integro. Pero nuestra ejecución de la honestidad está lejos de sus principios. Es que para empezar no somos honestos con todo lo que va mal. Nos seguimos escondiendo detrás del “ay bendito” y de las “Misses Universes” para no asumir las riendas de nuestro futuro. No somos honestos si nos declaramos puertorriqueños porque no nos comportaríamos como nos comportamos si lo fuéramos. Este pueblo necesita ser uno de armas tomadas para recobrar la moral, o lo que sería más importante, la integridad de su identidad.